HUMILDAD
Una mujer de negro vestida
por las calles paseaba,
de pálida piel enrojecida
y mejillas aterciopeladas.
Tiritaba de frío al parecer,
sólo una rebeca llevaba;
de casa en casa aparecía,
ningún vecino le ayudaba.
En las plazas se paraba a rezar
por si un alma cándida
su historia escuchaba,
pero no más lejos de la realidad,
nadie atendía sus plegarias;
tan sólo la tristeza,
que en ella confiaba.
El duro abismo le aplastaba.
La nocturnidad le respaldó
a cambio de cobijo,
sufriendo dolorosas bofetadas.
Por más que una puerta golpeara,
a aquella pobre mujer,
en la penumbra la dejaban;
no sabían nada de ella
ni de su buen corazón,
¡ni de la bondad con la que contaba!
Su nombre desconocían,
de aquella pobre y viejecilla dama
muy amiga de la soledad,
"Humildad", se llamaba.
Srta.Rouge
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